SEGUNDO PERÍODO-EXPOSICIÓN 5: SÓCRATES
GRADO 10-EXPOSICIÓN
5-2025 -Período 2
SÓCRATES. (470–399)
Vivió en Atenas, hijo de una familia modesta, su padre era escultor y su madre partera.
Se desenvuelve dentro del ambiente de la sofistica, aunque en algún momento, su autoexigencia moral le lleva a marginarse de toda comunicación con los demás y al mismo tiempo, a profundizar en la reflexión humanista. Emplea, como los sofistas, el diálogo, el debate, pero con términos muy sencillos.
Fue quien salvo el pensamiento griego del trance mortal en que lo había puesto la sofistica. Además de no cobrar por enseñar su ciencia, su vida era como la de los sofistas, pasaba todo el tiempo dialogando con la juventud, enseñándola a buscar la verdad. La preocupación fundamental de su enseñanza fue la de lograr el autoconocimiento.
Para alcanzar este autoconocimiento, Sócrates recomienda el método de la introspección. Este método consistía en adentrarse dentro de si mismo en la búsqueda de aquello que es propio del ser humano. De tal manera, como lo plantea Sócrates, lo que constituye nuestra naturaleza como hombres es la virtud, entendida como el saber actuar bien.
El saber que capacita para la vida, que es la búsqueda de la verdad, resulta imposible sin el cultivo de la árete (virtud). No se obra mal sino por ignorancia, es decir, que sabiduría equivale a virtud. Por lo tanto, la virtud es susceptible de aprendizaje racional y se complementa siguiendo el innato instinto moral.
El método
Sin duda el método mayéutico ha caracterizado a Sócrates como filosofo. A diferencia de los sofistas, y precisamente como reacción contra ellos, no utiliza el largo discurso demostrativo, ni la argumentación a favor de su tesis. El se vale del diálogo con sus interlocutores para descubrir, en unión con ellos, la verdad.
Su método tiene dos partes. Primero comienza por colocarse en la conciencia, la afirmación de la ignoraría. Es lo que se ha denominado ironía Socrática. Frente al pretencioso conocimiento de los sofistas, que se presentaban al público con ínfulas diciendo “preguntad”, Sócrates afirma modestamente: “Solo se que nada se”. Y abre un interrogatorio a los interlocutores que creen saber, hasta hacerlos caer en contradicciones y convencerlos de que no saben. Conscientes de la ignorancia, o al menos en situación de duda ya pueden buscar la verdad.
La segunda parte es denominada mayéutica, término que designa el arte de ayudar a dar la luz. En esto parece ser deudor del oficio de su madre. Continuando con el interrogatorio hace descubrir poco a poco la verdad a su interlocutor, como si éste mismo, con sus propias repuestas, diese a la luz dentro de su propio ser, la verdad que había confesado ignorar.
Pero el odio y el acoso de sus rivales no descansaron. Detrás de todo había un juego político por haber criticado el discurso de sus ciudadanos, por no tener ninguna fundamentación. Así se llegó a un proceso de impiedad en el año 399, en que se le acusó de corromper a la juventud y de introducir nuevos dioses. Pudo escapar de la cárcel, pero no se lo permitió su voz interior, “su demonio interior” (daimon), que le fortaleció para no ser infiel a la misión que le había confiado el dios délfico: la misión de darse a sí mismo y a sus conciudadanos una prueba extrema de lealtad y honradez. “Atenienses! - dice en su discurso de defensa- me sois caros y dignos de aprecio, pero me importa más obedecer al dios que a vosotros. Y mientras me quede aliento y fuerza no cesare de filosofar, de amonestaros y de adoctrinar a quienquiera de vosotros que me encuentre al paso, diciéndole a mí manera;¿Cómo tú, mi estimadísimo, ciudadano de más grande y culto de los estados, como no te avergüenzas de ocuparte con afán de llenar lo más posible tu bolsa, y de procurarte fama y honor, y, en cambio, del juicio moral, y de la verdad y de la mejora de tu alma nada se te da?.”(Apología de Sócrates)”.
Tenía que morir, y Sócrates bebió con absoluta calma la cicuta, mientras departía hasta el fin con sus amigos, filosofando sobre la inmoralidad del alma. Sócrates no filosofó con el seco entendimiento, sino con todo su ser, carne, sangre y espíritu.
Según Sócrates, el hombre es una criatura en constante búsqueda de si misma, que en todo momento de su existencia debe mantener bajo examen y escrutinio racional. Así que el hombre se distingue de los demás seres porque puede dar respuestas racionales a preguntas racionales planteadas sobre él mismo.
Doctrina moral:
Sócrates descarta como criterios de bondad ética, la utilidad, el placer y el poder. Su concepto de bien lo toma del mundo de la técnica, de las artes manuales. El buen zapatero, el buen albañil es el que sabe hacer zapatos o cosas. La bondad consiste en la sabiduría, en saber obrar, en entender.
Por eso se puede afirmar “el sabio es bueno”. En consecuencia, no basta la sabiduría intelectual para obrar el bien. El saber obrar del trabajo técnico es un entendimiento práctico. Puede practicar la virtud sólo quien la conoce y la entiende. Si comprendiéndola la ejercita, es virtuoso, es bueno. Afirma Sócrates: “actúa bien y serás feliz”
¿Quién es, entonces, el, hombre virtuoso? aquel que busca La felicidad de todos practicando la virtud.
Es decir, aquel que conociendo la justicia, la verdad, el recto obrar en cada
momento, hace que su conocimiento o sabiduría dirija todos sus actos. Solo así
la voluntad de cada individuo coincide con la voluntad del Estado y el bien
particular con el bien colectivo.
La virtud (arete) que significa aquello que convierte una cosa buena y perfecta en lo que es, para Sócrates está determinada por los juicios del alma y no por los de los sentidos y las cosas exteriores. Es decir, los verdaderos valores son los del alma que se encuentran incluidos todos en el conocimiento y no los que proporcionan las cosas exteriores como la riqueza, el poder y la fama o los que están ligados al cuerpo como la salud, la fuerza física y la belleza. Estas consideraciones se pueden sintetizar en los siguientes planteamientos: uno, la virtud (todas y cada una de las virtudes: sabiduría, justicia, fortaleza, templanza) es ciencia (conocimiento), y el vicio (todos y cada uno de los vicios), ignorancia, dos, nadie peca voluntariamente y quien hace el mal lo hace por ignorancia del bien.
LA ESENCIA DEL HOMBRE
El problema principal para Sócrates es responder la siguiente pregunta ¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre? ¿Cuál es la esencia del hombre? Después de revisar los planteamientos de sus antecesores, llega a una respuesta determinante: el hombre es su alma porque es precisamente ésta la que lo distingue concretamente de las demás cosas. Y él entiende por alma, el yo consciente, la conciencia y la personalidad intelectual y moral. Por eso la esencia del hombre, según Sócrates, no es su cuerpo sino aquello que se sirve del cuerpo, el alma o la inteligencia (la psyche). Por tanto, esto nos lleva a su máximo axioma: “conócete a ti mismo”. Lo que indica que no se pretende conocer el cuerpo sino el alma, el pensamiento.
El CONOCIMIENTO
Distingue conocimiento
vulgar u opinión (doxa) de saber real o conocimiento científico (episteme). El
conocimiento es innato, lo cual quiere decir que el hombre nace con él porque
es depositado por Dios. Lo anterior le permite dividir el conocimiento en el
humano y el divino, es decir: el mundo
inteligible (de las ideas) y el sensible (el de los sentidos). Para obtener
dicho conocimiento utiliza un método.
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